Paco Vargas
Ya avisábamos hace algunas columnas que las aguas de la política local venían revueltas y enfangadas. Es lo habitual cuando se tienen que revisar pactos y componendas. Y así se acordó cuando se formó la coalición que da soporte al actual gobierno municipal: a los dos años de legislatura había que volver a negociar un nuevo compromiso después de revisar lo acordado hasta ahora.
Tanto en el PP como en el PSOE deben estar intranquilos, son muchos los intereses en juego y los sillones que repartir. La postura de Podemos es claramente desfavorable, aunque prefieren seguir así. Sin ellos, algunos de los logros conseguidos no hubieran sido. Han actuado como una mosca cojonera favoreciendo una forma de gestión más transparente, pero su desapego al sillón los convierte en un socio difícil. En IU parecen estar contentos con su situación y dispuestos a seguir otros dos años más. Empero, quien tiene verdaderamente el poder de decisión para un tema de tanta importancia es el Consejo Consultivo de OSP, un “comité de sabios” secreto, cuya decisión podría cambiar el panorama político de Marbella. Aunque, la opinión bastante extendida es que las cosas pueden mejorar para San Pedro con otro gobierno más conservador que tendría mayoría absoluta. En realidad, actúan como cualquier partido nacionalista: vender sus votos a precio de oro y sacar tajada siempre. Son insaciables. Nunca San Pedro gozó de un autogobierno como el de ahora. Son un ayuntamiento dentro de otro ayuntamiento. Tienen su propio presupuesto, eligen sus cargos de confianza, son responsables de administrar la hacienda municipal, el alcalde no puede dar un paso sin que ellos lo sepan… ¿Qué más quieren?
Quieren hacerse con la alcaldía de Marbella. Bien mediante un nuevo pacto con el PP, bien con un “gobierno de concentración” tal propone Rafael Piña desde OSP, aunque piensen -Manuel Osorio dixit- que seguir en un gobierno apoyado por Podemos sería “un lastre” mientras acusa a los dos concejales podemitas de "juego sucio". Pero, poniendo una vela a dios y otra al diablo, también han mantenido reuniones con Francisco Conejo, secretario de política institucional del PSOE andaluz, en ese intercambio de poder, tronos y prebendas, que en realidad es lo que se sustancia en estos acuerdos que condicionan el gobierno y la buena gestión de cualquier ayuntamiento.
Sin embargo, esa opción que plantea Piña, de manera imprevista e ilusoria -¿con PP y PSOE de socios?-, no parece estar de acuerdo con el rechazo que mantiene el otro concejal con respecto a Costa del Sol Sí Puede (CSSP), pues en la hipótesis casi increíble de un “gobierno de concentración” -¿con alcalde de OSP?- los concejales de Podemos tendrían que hacerse cargo de sendas concejalías. Y por ese arte de lo imposible que es la política, pasarían de ser un lastre a ser imprescindibles. Puestos a soñar, la verdad es que sería ilusionante y muy positivo ver a todos los partidos trabajando para transformar Marbella. Sumando ideas y proyectos.