A ese hombre,
que es voz sin grito,
pura agonía,
compás y ritmo,
cabeza serena
y corazón herido.
A ese hombre,
que siendo niño
lloró su cante
por los caminos.
A ese hombre,
corazón a cachitos,
que es taranto muy herido
y sentido del compás muy sentido.
A ese hombre,
estampa de patricio,
que es Séneca del Cante
sin trampa ni artificio.
A ese hombre,
lamento escondido,
y grito sostenido
de ayes infinitos.
A ese hombre,
que da vida a lo vivo,
que siempre es
pasado, presente y futuro.
A ese hombre,
en contra de su sino,
que vive porque canta,
que canta porque existe,
que existe porque dicen
tu nombre: Fosforito.
PUBLICADO EN EL LIBRO "OCANAJIMIA"
ISBN: 84-88944-38-1
EDICIONES CARENA. BARCELONA, 1998