EN UN CONCIERTO ÍNTIMO Y EXENTO DE FLAMENCO, LA CANTAORA CATALANA EMOCIONA Y LLENA DE MELANCOLÍA LOS CORAZONES DEL RESPETABLE
Texto: Paco Vargas
Fotos: Javier Fergo
A pesar de que haya quien pueda acusar a Mayte Martín de venir a un festival de flamenco y no cantar flamenco, la cantaora (ayer cantautora) no engañó a nadie, ni antes ni durante el concierto. Todos sabíamos que es lo que íbamos a escuchar. El espectáculo se llama “Tempo Rubato” como el título del último disco que ha sacado al mercado. Y en eso consistió el concierto, en ir desgranando uno a uno los temas que lo componen. Todo acompañado de comentarios explicativos en los que no faltó el humor y el age: “No es un tema, estoy afinando”, le dice al público expectante mientras ella afina su guitarra. “Todos mis canciones son de desamor, un coñazo”. Ni faltó la poesía sentimental y muy sentida de Rafael de León, de Carlos Gardel y de la propia artista que en su voz hermosa suena siempre emocionante. Y llena de contenido musical en formas de balada, tango argentino o bulería lenta. Siempre acompañada por un cuarteto de cuerda, dos guitarras, un contrabajo y la percusión.
No se me olvida la bailaora Belén Maya, que dejó momentitos de gloria bendita en forma de baile propio, sencillo y tierno, suave, como si no quisiera molestar al aire, dibujando cada una de las canciones de Mayte, vestida de corto y con bata de media cola, de rojo pasión para bailar el tango argentino a la voz desgarrada, como la historia que cuenta, de la cantaora que se rompe cuando dice “Sus ojos se cerraron”. Quizá fue el momento de más emoción y sinceridad artística. La gente en pie solicitaba la presencia de la bailora para rendirle gratitud.
Se llama a sí misma de manera irónica “La alegría de la huerta”, porque es verdad que la melancolía de su música no invita precisamente a salir bailando alegremente… Menos una de las canciones, “Antes de ti”, “un tema que no es triste”, nos dijo ella. Tal vez por eso se despidieron Mayte Martín y su compañía así, para que nos fuéramos todos contentos a casa.
LA BAILORA JEREZANA DEJA MUESTRAS DEL MEJOR BAILE FLAMENCO CLÁSICO CON FORMAS PROPIAS QUE GUSTARON AL PÚBLICO
Gema Moneo, la joven bailora jerezana, perteneciente a la familia de los Moneo, una de las sagas flamencas con más historia y prestigio de Jerez, le tocó actuar en el Ciclo Nocturno que cada noche ofrece un concierto en el café cantante del hotel Tres Reyes. Vino en compañía de Miguel Lavi y Pepe de Pura, en el cante, la guitarra de Juan Campallo y la percusión de Ané Carrasco. Las voces rotas de los cantaores la llaman por martinetes. Ella baila por seguiriyas de manera ortodoxa, el baile completo de principio a fin. Baila con expresión y flamencura, con fuerza y grandeza, echando fuego sus pies, elevando sus brazos para alcanzar la gloria, sin conseguirlo, pero sí el aplauso del respetable, con el que le costó conectar. Algo que sí logró en el baile por soleá, tras la desigual transición del cuadro de atrás. Fue en la interpretación de este baile donde más nos gustó. Ahí sí la vimos como una bailora en su expresión más jerezana, más gitana, más bellamente anárquica, semejando por momentos a las viejas bailaoras que solo su presencia llenaba de emoción el proscenio. Gema Moneo es muy joven, pero será grande si ella se lo propone. Las bulerías finales para rematar la fiesta dieron el visto bueno a una actuación que sin llegar a ser la mejor gustó mucho al respetable que llenaba la sala.